Preeminencia del tiempo, 1993 |
El secreto del número
-el través
de todo lo mortal o
aparecido-
ha sumado ha restado ha
dividido
desoyendo las leyes de
Moisés
Como grupo juntaron
treinta y tres
Un siete son los
sabios... y esculpido
hay un dos en la flecha
de Cupido
y en el Gólgota
-heridos- reinan tres
Difundió su semilla en
epidemias
abolló las ubicuas
polisemias
poseyó las medidas de
las ágoras
empapó cada cosa el
lecho el vaso
y el mundo saltarín como
un payaso
sobre la hipotenusa de
Pitágoras
CARTA A MI PADRE
Usamos el marfil del
intelecto
para hollar la frontera
en que existimos,
trajinar que lo
hacemos..., que lo hicimos
cuando fuimos en pos de
lo perfecto.
De nada nos sirvió el
ángulo recto,
la entereza del número
en los primos,[i]
si al pie de cada tarde
nos morimos
no como lo hace el
pedestal (erecto).
La locura era música y
poesía
y tocamos su túnica
vacía
como franco veneno del
dolor...
Y en sus potros azules
cabalgamos
la más dulce visión que
Nostradamus
en pandectas jamás
imaginó.
PERSISTENCIA DE LA LLUVIA
Llueve. Llueve. Lo gris.
La transparencia.
Las casas amorradas. Los
cristales
empañados. El frío en
los metales.
El recuerdo del vicio y
la apetencia.
Llueve. Llueve. Golpea
con insistencia
la gota en el tejado.
Son rivales
acérrimos. Son manos y
atabales
disputándose cetro y
preeminencia.
Otro ruido no llega.
Otro sonido
diferente del sordo de
la lluvia
no se acerca ni cuelga
del oído.
Solo la lluvia hurgando
la vivencia...
Y un rum-rum interior. Solo la lluvia
horadando mi techo y mi
conciencia.
ARTE POÉTICA
Otro intento, otro más,
ya concluido
el primero. Después
surge la idea
al intento tercero.
Cuando crea
se abstrae y abstrae sus
sentidos.
Modelando el poema, se
mantiene
arrimado a los bordes
del infierno;
él lucha por hacerlo
sempiterno
sin saber contra qué ni
contra quiénes.
La metáfora fulge como
un haz
de energía viviente
–fas, nefas-
que penetra en su ser y
lo electriza…
De lo dicho y oído se
desprende:
Quien escribe estos
versos no comprende
que es polvo, que es
humo, que es ceniza.
¿QUIÉNES ANDAN EL FRÍO DE NEW YORK?
El aullido se adentra y
fosforece
punza la oscuridad (se
vuelve el rostro)
el aullido luminoso y
estridente
el aullido
Rompe el cerco la
posición del pie
anda las tuberías bruff resuena y cae
el trozo el filamento
retorcido
invadido de luz y
llamarada
Penetra el aullido
—punta de la raíz—
papeles legajos
manuscritos todo
consumiéndose quemándose
hasta esas formas
que cuelgan en mi cuarto
El aullido fulmina en
los pavores resplandece
y se extingue en la boca
de los gangsters
ACTO DE CONTRICIÓN
Soy un hombre maldito.
Yo debía
orientarme en sentido de
tu huella,
Señor, seguirla fiel,
errar con ella
y tras ella después
plantar la mía.
¡Tanto pequé! Reí,
mientras se abría
una llaga en tu pecho,
mientras sella-
bamos la profecía de la
estrella
que del cielo bajó hasta
la agonía.
Otros siguieron firmes
tus senderos,
los últimos se hicieron
los primeros,
repartiendo el perdón y
tus ayudas…
Dame tu redención, tu
voz, amigo:
no soporto este peso,
este castigo
de mis treinta monedas,
como Judas.
SONETO DE MI ROSTRO
Este rostro alargado,
con un dejo
de augusta ensoñación y
diligente
tristeza, cicatriz fija
en la frente
(así lo empiezo a ver
sobre el espejo);
este rostro lampiño que
bosquejo
y me hace aparentar un
reverente
sacerdote, y se exhibe
ante la gente
desnudo, resistiendo a
su complejo;
este rostro de labios y
nariz
prominentes, con ojos
como grutas,
que no es apuesto,
siendo verdadero;
este rostro que toma
otro cariz
—por vergüenza y temor—
cuando lo escrutas,
es el que adoras tú y
así lo quiero.
PREEMINENCIA DEL TIEMPO
Yo lo sé y aquí
todos lo sabemos. Quizá
otros lo han sabido y
sentido
y dolido
El tiempo ha sido —en
todo tiempo—
tribulación y desatino
cuchillo de desastre de
caos de hecatombe
cuchillo siempre
Y entre tiempo y espacio
—pregunto— ¿do la preeminencia?
¿do la supremacía y el
poder y el liderato?
¿do los mandos?
Esto sé:
atenuamos los espacios
con Sputniks y el tiempo
aceptámoslo como era y
—péndulo— oscilamos
LA MANO DE ESPARTACO
Al novelista
Howard Fast
Crixo, la mano diestra
de Espartaco, el que tuvo
en su niñez un sueño de
paz, de redención,
murió aquella mañana en
que embrazó su escudo
y fuese a la batalla,
radiante y tibio el sol.
Estaba muerto aún antes,
antes que a Roma plugo
la intención de anidar el
acero en su cuerpo,
Crixo la mano diestra de
Espartaco, el que tuvo
en su niñez un sueño de
paz… ya estaba muerto.
Murió cuando Espartaco
lloró; cuando las huestes
de Roma se encimaron;
murió cuando la sal,
el polvo del camino y la
suerte de los suyos
uníanse, alejando su
redención, su paz;
murió cuando ese sueño
que tuvo desde niño
pasaba, como pasan las
cosas… Tiempos ha.
CONTRICIÓN
Actúo y me reprendo,
peco y viene
el arrepentimiento a la
conciencia;
el juez que soy yo mismo
da sentencia
que o castiga o advierte
o reconviene.
Y al par, en la defensa,
me declaro
inocente ante cargos
autoimpuestos,
en favor de mi causa y
contra éstos,
el juez que me castiga
me da amparo.
Abogo. Testifico.
Escucho. Digo.
Me absuelvo o me
condeno, resignado.
Así pasan los tiempos,
mientras ligo
dentro de mí, en mi ser,
a un acusado
y una parte agraviada y
un testigo
y un fiscal y un juez y
un abogado.
PEQUEÑA CONSEJA QUE CUENTAN DE
LA PRINCESA DARIANA
(según
Severo Branchs, un grande –por lo desconocido–
poeta ultraísta.)
La princesita vino del
mundo.
Anduvo
presa
durante tanto tiempo en
el vientre de Palacio
que estuvo al borde
casi, sin tiempo, sin espacio,
de aquel espaciotiempo ignorado, de la huesa.
Y el rey, al verla
enferma, con una de las criadas
mandó llamar su feo y
grotesco mayordomo
y hablóle con profundo
pesar, le dijo: “Como
es frágil, rodeadla de
cosas delicadas”.
La envió con él. El ocio
descanso necesita.
Se fueron. Regresaron. ¡Tris-tras! La princesita
nos trajo ya más cosas
que versos de Lugones
y normas de etiqueta con
su aire de señora.
Afirma que conoce la
esperma. Desde ahora,
ama las cosas feas,
grotescas, con sus dones…
ADJETIVACIÓN
Simétrico perfecto fino
afable
voluptuoso brillante
delicado
sin burdas asperezas
deseable
diamantino redondo u
ovalado
O bien vago asimétrico e
informe
y grotesco y opaco y
lacerado
prematuro sin visos
atractivos
primitivo cortante
inadecuado
Lozano acariciable sutil
suave
la color perceptible y
duradera
u opaco asimétrico
cortante
repugnante sin brillo
comoquiera
el párpado les falta a
las agujas
al aceite en el agua, a
las tijeras…
FREDDY GATÓN ARCE
Dase tu cabalgata desde
el hombre hasta el Sur
y el Sur y el hombre
caben en tu cabalgadura.
Hablas
y que tu voz resuena
como proverbios, dase.
Se dio por puesta en
foja de escribano
el hallazgo de pecios
—no a la fecha, no al
nombre, como acuerda el misterio—
y el misterio escribano
acordó habitar tu foja.
Dase que tú demuestras
que el Todo es la Poesía
(la foja, el escribano,
y el hallazgo, y el pecio),
dase que yo me atrevo a
repetir lo que siempre
pensé de ti y ha tiempo
otro pensó y te dijo:
“Tú heredaste la gracia
de tu pueblo, el tono bíblico,
el nervio de la idea y
la palabra”. [ii]
EN LA MUERTE DE ABEL
Primero fue Caín antes
que Dios
ordenara marcara
dispusiera.
Antes que Adán, algo y
nada fue Caín,
antes que el hecho
y mis propios abuelos
(asumieron
la Creación y esta
historia de sangre que contaron
entre nietos, bisnietos
y sobrinos
boquiabiertos:
tanta en sus labios sin
peso ni espesor,
tanta la hondura)
Primero fue Caín antes
que todo.
Y luego Dios, la voz de
Dios, lo inevitable
de la voz de Dios…
AMORES DE CLEOPATRA Y MARCO ANTONIO
(Decimoquinta
versión)
Confiesan las cortinas,
el muro, el enrejado,
pero la escena es obra
bendita del Demonio…
De pie, como aturdido,
se encuentra Marco Antonio
absorto ante Cleopatra,
como lo vio Machado.
Despierta y se despoja
de cetro y armadura
(no se oye nada, solo
respiración se escucha)
y cuerpo a cuerpo ruedan
en la flagrante lucha
de sensaciones, besos,
espasmos y aventura.
Y cuando el gran soldado
romano con su pierna
abre las deslumbrantes y
enormes de la reina,
huyo de allí, de todo,
medio turbado y atra-
vieso los matorrales,
jurándole al Demonio…
¡Luzbel, quién estuviera
en lugar de Marco Antonio!
¡Poder libar las piernas
pensantes de Cleopatra!
DECLARACIÓN DE SEPTIMIO
VARO
(escribano
en la corte de Nerón)
Yo, que no tuve nada… un
hombre solo,
el mineral que abona los
caminos,
arrebol trastornado,
sementado:
escribo.
Yo, que no tuve nada…
¡Oh alabastro!
¡Oh, equidad rompiendo!
¡Oh los destinos!
¡Oh, las manos vacías y
el corazón y el ánimo!
¡Oh, abrigo!
Lo absoluto se alza. Lo
imposible
se despliega.
Mi riqueza ya toma
cuerpo y alma
y al burdo se le niegan…
Yo, que no tuve nada,
hoy tengo una
piedra para orinarme
cuando quiera.
[i]
Los números primos, divididos enteramente por ellos mismos y por la Unidad, que
es Dios.
[ii] Se cita al poeta don Lupo Hernández Rueda.
Estadounidense nacido en el nordeste de la isla de Santo Domingo, isla donde estudió leyes y se recibió de doctor en derecho. Cursó además una maestría en Educación urbana en el estado de New York.
__________________________
Leopoldo Minaya
Otras obras escritas en el género infantil-juvenil: Historia de la doncella que fue a la guerra, Cuento de los dos quijotes, Historia del niño René Rosales y de la flauta encantada, Cantar de flor y sombrerito, Romance del pastorcillo y La leyenda del conde niño. También Charada al pie de la luna, obra de teatro para niños.
En el género Poesía ha escrito: Oscilación de péndulo, 1984; Preeminencia del tiempo, 1993; Otros poemas, 1998; La hora llena, 2007; Poemas imaginarios, 2007, Los Cantos sagrados (inédito).
Con El libro de la hormiga y Fabulilla de la isla de Santo Domingo y otras fábulas incursiona en el manejo de personajes que propenden a la crítica social y humana.
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