(Evocación esencial libre del Salmo 1
de David et al.)
Dichoso el hombre que no
anduvo
en compañía de los
inicuos,
que en el camino del
pecador
no se ha parado,
que en el asiento del
burlador
no se ha sentado;
antes bien lo deleita la
ley de su Creador,
la lee día y noche en
baja voz
hasta llegar a ser
como el árbol plantado a
la orilla de los ríos:
dará su propio fruto en
su estación
—perenne entre su fronda
y su follaje—
y en todo cuanto haga
tendrá éxito.
Los inicuos
no son así,
ellos son como el tamo
empujado por el viento,
no se pondrán de pie
cuando haya juicio,
no se pondrán de pie por
pecadores…
porque Dios insufla vida
al camino de los justos
pero el mismísimo camino
del inicuo
perecerá.
¿POR QUÉ RIÑEN ENTRE ELLAS LAS NACIONES?
(Evocación esencial libre del Salmo 2
de David et al.)
¿Por qué riñen entre ellas las naciones
y arguyen y se oponen
alegatos vacíos?
Los reyes de la tierra
imponen su
parecer,
sus altos funcionarios
blasfeman contra Dios,
blasfeman contra su
elegido:
«Rompamos sus ataduras
y echemos su yugo de
nosotros», dicen.
Pero Dios mismo se reirá
en su cielo,
los escarnecerá,
les hablará en su cólera,
y así con desagrado los
confundirá:
«Yo, sí, Yo
he consagrado a mi rey;
sí, Yo, sí,
sí, Yo, sí,
he venido a ser su Padre».
Oh, naciones y reyes de
la tierra,
sirvan a Dios con agrado
y temor santo,
déjense asesorar y sed
sensatos,
besad al hijo, hallad
refugio en él,
o los enfrentará mi Dios
contra su hierro,
como a un vaso frágil los
hará añicos,
los hará perecer en el
camino
pues su cólera se
enciende fácilmente...
ERES MI ESCUDO PROTECTOR
(Evocación esencial libre del Salmo 3
de David et al.)
Señor,
¿por qué se ha
acrecentado el número
de mis enemigos?
Muchos son los que ahora
se alzan contra mí.
Ellos están diciendo de
mi espíritu:
«No; Dios no podrá ser su
salvación».
Pero Tú, ¡oh Dios!, eres mi escudo protector,
eres mi gloria y eres
quien trae levantada mi
cabeza…
De diez mil personas que
se formen contra mí
no temeré;
con mi voz clamaré al Señor
mismo
Y Él me responderá desde
su cielo.
Tranquilamente me pondré
a dormir,
confiado en el seguro
despertar
porque Tú, Señor, me
sigues sosteniendo…
Levántate, sí, Dios de
los cielos;
sálvame, sacude al
enemigo…
Toda salvación de ti proviene.
La bendición ya está
sobre tu pueblo…
CUANDO LLAME, RESPÓNDEME…
(Evocación esencial libre del Salmo 4
de David et al.)
Cuando llame,
respóndeme, ¡oh Dios salvador!
En mi angustia yo espero
tu respaldo,
compadécete, escucha mi
oración.
Hombres,
¿hasta cuándo sabré de
sus insultos?
Entre sus labios aflora
la mentira,
pero distingue Dios al
que le sigue
y Él me escucha las veces
que le llamo.
Temblad, temed, mas no
pequéis…
Abierto entero el corazón,
callad,
confiad en Dios: su
rostro nos alumbra…
En paz me acostaré y en
paz me dormiré
porque Tú, porque Tú
solo, me das seguridad.
A MIS SÚPLICAS FERVIENTES PRESTA OÍDO
(Evocación esencial libre del Salmo 5
de David et al.)
A mis súplicas fervientes
presta oído,
y al suave musitar de mis
plegarias.
Escucha mis suspiros, mi
clamor, y ayúdame
¡oh Rey mío y Señor mío,
oh Dios!
De mañana oirás mi voz,
a ti muy de mañana
dirigiré mis palabras
porque Tú no eres el Dios
de los inicuos
y nadie malo puede ser parte
de ti:
ni el jactancioso, ni el
malvado,
ni el estafador, ni el
mentiroso,
ni el homicida, ¡a todos
los detestas…!
Pero yo, por casusa
de tu bondad y tu amor,
entraré en tu casa, entraré en tu Santo Templo
y te hare reverencias…
Los que en ti se refugian
serán recompensados,
hasta el fin de los
tiempos irán gozosamente,
Tú los bendecirás porque
claman tu Nombre
y Tú los cubrirás con tu
gigante escudo…
NO ME REPRENDAS EN TU CÓLERA
(Evocación esencial libre del Salmo 6
de David et al.)
Señor, no me
reprendas en tu cólera,
no me
censures en tu furia;
favoréceme,
en cambio, que estoy desfalleciendo;
heme
aquí confundido, mi alma avergonzada.
Hasta
cuándo, mi Dios, pregunto yo hasta cuándo,
hasta cuándo
sufrirá mi alma perturbada,
hasta cuándo
mis huesos…, hasta cuándo mis lágrimas…
¡Sálvame por
causa de tu gran compasión!
Por
gemir, por suspirar, ya luzco fatigado,
ya luzco
envejecido por las hostilidades…
Muy
débil y con lágrimas me ves junto a la
muerte
pero si
muero, Dios, ¿cómo podré alabarte?
Apártense de
mí, malignos y malvados,
porque el
Dios amoroso mis ruegos escuchó…
¡Todos mis
enemigos serán avergonzados,
quedarán
perturbados y atrás se volverán!
CON TODO MI CORAZÓN
(Evocación esencial libre del Salmo 9
de David et al.)
Te alabaré,
Señor, con todo mi corazón
y así
declararé tus maravillas.
Con melodía
entonaré tus himnos,
¡oh,
Altísimo!
Te has
sentando en el trono de los justos,
juzgarás la
tierra productiva,
someterás a
juicio a las naciones
y Tú
serás la
redención del oprimido,
serás el Altiplano
porque nunca
olvidas Tú el clamor del afligido.
Apiádate de mí,
¡oh Dios del cielo!,
mira cómo me
afligen, levántame Dios mío.
¡Oh, Tú me estás
librando de las puertas de la muerte
y yo gozoso
pregono tus hechos encomiables!
Se hundieron
las naciones en el hoyo que hicieron,
en la red
que tendieron se entrampa su propio pie;
yo digo que no siempre será olvidado el pobre
ni perecerá
jamás la esperanza del manso.
Juzga a las
naciones delante de tu rostro,
¡levántate
Dios mío ante el hombre mortal!
Infúndeles
temor, señálalos y júzgalos…
para que
sepan, hombres, que solo hombres son.
¿POR QUÉ TE ALEJAS Y TE ESCONDES?
(Evocación esencial libre del Salmo 10
de David et al.)
Señor, ¿por qué te alejas y te escondes?
El inicuo
somete al afligido,
el inicuo
blasfema contra ti,
afirma que
no hay fuerza que le juzgue,
librado del
dolor y la desgracia.
Se agazapa
el malvado como fiera
y sobre el
desdichado, presto, salta.
Pero Dios no
se cubre con un velo:
desnudo está
su rostro y todo ve.
¡Levántate,
mi Dios, alza tu mano;
sostén la
aspiración de los vencidos;
elévanos,
alívianos, conságranos!
Pide cuenta
al verdugo y que se pierda,
aborrece al
inicuo y al malvado
porque eres
la justicia de los huérfanos,
porque eres
la razón del hombre manso
y eres Rey
por los siglos de los siglos…
y no temes
al hombre, hecho de barro.
EN TI, POR MI BIEN, ME HE REFUGIADO
(Evocación esencial libre del Salmo 11
de David et al.)
En ti (por
mi bien) me he refugiado:
los impíos
doblan el arco,
preparan sus flechas,
apuntan a mi
corazón.
Si están ya
socavados los principios,
¿a qué se
atendrá, Dios mío, el hombre justo?
Santo
templo, Dios mío, cielo y trono:
no concedas
victoria a la violencia
que enredan
en su alma los inicuos,
nazcan romas
las puntas de sus flechas,
su
odio, su maldad no favorezcas… ;
antes,
trampas, fuego, azufre, un viento
abrasador
y tu furia
incontenible les cegarán los ojos
porque nadie
impuro puede tocarte, Santo Espíritu,
y solo el
hombre justo contemplará tu rostro…
¿HASTA CUÁNDO, MI DIOS, ME OLVIDARÁS?
(Evocación esencial libre del Salmo 13
de David et al.)
¿Hasta
cuándo, mi Dios, me olvidarás? ¿hasta cuándo?
¿Hasta
cuándo, Señor, me olvidarás? ¿hasta siempre?
¿Hasta cuándo
tu rostro se apartará de mí?
¿Hasta cuándo,
hasta cuándo padecerá mi alma?
¿Hasta
cuándo el enemigo pisará sobre mí
y bloqueando
mis pasos me hará trastabillar?
¿Hasta cuándo
reirá, gozoso, frente a mí?
Respóndeme,
Dios mío, ¿hasta cuándo?, responde.
…Porque yo
por causa de tu amor he confiado
mi corazón
devoto hallará tu salvación.
Te cantaré,
mi Dios, te ensalzaré en mis salmos…
y, amoroso
Tú, serás mi recompensa.
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